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martes, 20 de mayo de 2008

El Gobierno cambiará la ley electoral sin tocar la Constitución

Esta noticia ha sido remitida a nuestro mail directamente por su autor, Eduardo Toledo. Le agradecemos la confianza depositada en nosotros.

El Gobierno cambiará la ley electoral sin tocar la Constitución

Sigue la circunscripción provincial que, en las zonas menos pobladas, propicia el bipartidismo y castiga a las minorías.

Eduardo Toledo


El Gobierno tiene previsto solicitar al Consejo de Estado un informe para reformar la actual Ley Electoral de 1985 con una única condición. Desde el Ministerio de la Presidencia, que dirige Fernández de la Vega, tienen muy claro que en ningún caso “se tocará la Constitución”, según informan a LA GACETA fuentes gubernamentales. Sobre el resto, no prejuzgarán nada.

De esta manera, cualquier reforma que se plantee se topará con los dos límites que establece la Carta Magna en su artículo 68. Por un lado, el número de representantes del pueblo que participan diariamente en la cámara baja. “El Congreso se compondrá de un mínimo de 300 diputados y un máximo de 400, elegidos por sufragio universal, directo y secreto”, reza la Constitución. Por otro lado, la referencia geográfica a la hora de contabilizar los votos. “La circunscripción electoral es la provincia”, subraya la Carta Magna.

Posteriormente, la Ley de Régimen Electoral General (Loreg) buscó una regla aritmética (la llamada ley d’Hondt) para traducir de manera proporcional los votos en escaños. Sin embargo, 23 años después de su aprobación, la práctica ha demostrado todo lo contrario. Mientras un escaño en Soria costó 23.000 sufragios en las últimas elecciones generales (9 de marzo), Unión, Progreso y Democracia (UPyD) necesitó 132.095 sufragios para que Rosa Díez fuera elegida diputada al Congreso por la capital de España.

Zonas poco habitadas


Diferentes expertos electorales han probado, como se hace en este artículo, que la falta de proporcionalidad obedece al reducido tamaño de las circunscripciones. Según el catedrático sevillano Carlos Alarcón en su libro Justicia Electoral, “con la ley d’Hondt se puede conseguir una proporcionalidad prácticamente absoluta si el cuerpo electoral se agrupa en pocas circunscripciones con muchos escaños cada una, y una asignación de escaños desproporcional si se agrupa en muchas circunscripciones con pocos escaños cada una”. Esto último es lo que sucede en España.


El resultado de las urnas, el pasado 9 de marzo, otorgó dos diputados a Izquierda Unida, que obtuvo 969.871 votos, mientras el Partido Nacionalista Vasco logró seis asientos en el Congreso gracias a sus 306.128 sufragios. En otras palabras, el coste de cada diputado de IU fue de 484.936 votos, mientras que el de los parlamentarios del PNV fue de 51.021 apoyos.


Sin embargo, y pese a una creencia generalizada, el actual sistema electoral no premia principalmente a los partidos nacionalistas. El método vigente favorece, sobre todo, a las dos grandes formaciones nacionales (Partido Popular y Partido Socialista) además de a los nacionalistas o regionalistas que superen el 10% de los votos. Hay que recordar que el constituyente perseguía en su momento amplias mayorías que sustentaran gobiernos fuertes y sólidos, en clara contraposición a la sopa de letras de la inestable República.


Falta proporcionalidad

La teórica proporcionalidad queda claramente distorsionada, como prueba la relación entre votos y escaños, superior a cuatro puntos positivos en el caso de PSOE y PP. Salvo para el PNV, para el resto de partidos es negativa, lo que explica el aluvión de peticiones que se están registrando en los últimos meses para cambiar la ley electoral.

Si se ampliaran las circunscripciones a las autonomías, como reclaman el BNG y UPD, se reduciría algo la sobreponderación del PP y el PSOE, mientras saldrían beneficiados Esquerra Republicana de Cataluña, Coalición Canaria y, sobre todo, IU, que alcanzaría siete diputados, cinco más que los que tiene en la actualidad.
La desproporcionalidad positiva a favor del PSOE seguiría por encima de los cuatro puntos, tres en el caso del PP. Pese a la reforma constitucional que implica esta propuesta, el cambio tampoco tiene grandes efectos, toda vez que varias autonomías son uniprovinciales. UPD seguiría contando con un único escaño, pese a recibir más de 306.078 votos.

Una tercera posibilidad es la implantación de una circunscripción única, modelo que se sigue para las elecciones europeas. Continúa beneficiando al PP y al PSOE, aunque menos que en los sistemas anteriores
, pero acerca al resto de formaciones a la proporcionalidad entre votos y escaños. Los partidos con menos de 70.000 votos no obtendrían representación, por lo que Nafarroa Bai saldría automáticamente del Congreso. IU obtendría 13 escaños y UPD, cuatro. Las diferencias en los costes por diputado se estrechan, y sólo perjudican claramente a Coalición Canaria.


El Cociente Droop

La sustitución de la Ley d’Hondt por otras formas de reparto de votos más proporcionales, como el Cociente Droop, utilizado en Irlanda y Australia, también implican el abandono de la provincia como circunscripción, posibilidad que el Gobierno excluye. En ese caso, se oirían nuevas voces en el Congreso de los Diputados, como las de Eusko Alkartasuna, Ciudadanos - Partido de la Ciudadanía, el Partido Aragonesista, Aralar o Los Verdes, a costa de la actual sobre-representación de Partido Popular y PSOE, cuya principal consecuencia es el fuerte bipartidismo que reina en España desde 1978.


Así las cosas, cualquier cambio de la ley electoral planteado hasta el momento pasa en la actualidad por ampliar a 400 el número de diputados, algo perfectamente factible y plenamente constitucional, como se recuerda al principio de este texto.
A pesar de las demandas de formaciones como IU, UPyD o Ciudadanos, tres de los grandes perjudicados, históricamente los dos grandes partidos han eludido el debate de la reforma de la ley electoral. El hecho de que son los dos grandes beneficiados lo argumenta. Todo apunta a que los cambios que realice el Ejecutivo socialista tampoco saciarán a los más dañados por el sistema.




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