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miércoles, 1 de octubre de 2008

¿Es justo nuestro sistema electoral?

Artículo extraído de Resaca Política


¿Es justo nuestro sistema electoral?


Existes diferentes teorías de la Justicia. Unas, son meramente procedimentales, y juzgan que si el procedimiento por el que se establecieron las reglas fue justo, el resultado también lo será. Otras, por el contrario, consideran que sólo si el resultado se ajusta a sus ideales de Justicia el procedimiento se puede considerar justo. Y finalmente las hay que buscan legitimar el estado de cosas en base a supuestas leyes naturales. Sólo dentro de estas últimas se puede considerar justo el sistema electoral español. Esto es, las minorías están infrarrepresentadas porque es natural que las mayorías impongan reglas que les convengan. Y si las minorías nacionalistas no son castigadas por el sistema es porque el ser mayoritarias en sus territorios les confiere poderes de bloqueo.





Siguiendo las teorías procedimentales se ha de concluir que las reglas que se establecieron para la elección a las Cortes Generales -concretamente al Congreso pues el Senado a nadie importa- no fueron en absoluto justas. No fueron fruto del consenso -las impuso el gobierno predemocrático de Suarez- pese a que sus mecanismos proporcionales y sus efectos mayoritarios son una mezcla de lo que pedía la izquierda y la derecha. Y o son justas porque no se seleccionaron bajo el velo de ignorancia de Rawls sobre el futuro inmediato, sino con la firme intención de asegurar la gobernabilidad de UCD primero y del PSOE después cuando se ratificaron en 1985 (LOREG).


Y sobretodo si alguien basa su idea de justicia electoral en el principio de proporcionalidad, no tardará en sancionar como injusto un sistema que se desvía tanto de una representación proporcional.


Dicho principio de proporcionalidad está en la Constitución -lo que motivó recursos de inconstitucionalidad presentados por IU-, el problema es que el articulado "La elección se verificará en cada circunscripción atendiendo a criterios de representación proporcional" (artículo 68.3) atribuye el principio de proporcionalidad al reparto por provincias no al sistema en general, que, por efecto del escaso tamaño de la mayoría de circunscripciones, da como resultado el sistema electoral proporcional más mayoritario y bipartidista.


Como es bien sabido ello repercute en la escasa viabilidad de las terceras fuerzas políticas con votos dispersos por todo el Estado. Y, aunque sea muy fácil y efectivo entre el electorado antinacionalista exponer la injustica del sistema con comparaciones como que "IU-ICV recibió el triple de votos que el PNV pero consiguió tres veces menos diputados", los beneficiados del sistema son los partidos mayoritarios que se quedan los escaños que se les birla a los minoritarios. PSOE y PP se benefician además de los efectos psicológicos del sistema, que llevan a los electores -sobretodo en las provincias menos pobladas- a considerar inútil el voto a otros partidos por lo díficil de su conversión en representación política.


Lo único justo del sistema es que se ceba con las minorías independientemente de su ubicación ideológica. En un primer momento lo sufrieron tanto el PCE como Alianza Popular. Después lo padeció hasta su propio impulsor, Adolfo Suárez, cuando intentó echar a andar un partido de centro. Y, no hay porqué rasgarse las vestiduras, lo cierto es que si tuvieramos un sistema proporcional puro -con una única circunscripción- la extrema derecha tendría incentivos suficientes para unificarse y no tendría problemas para conseguir presencia institucional.






Tras 30 años de plácida gobernabilidad para gobiernos monocolores, ya es hora de reequilibrar la balanza en favor de la proporcionalidad.


Propuestas de reforma electoral hay muchas. Desde las que abogan por la falacia de que "gobierne el más votado", en contra del sentir mayoritario del electorado representado en los parlamentos, hasta las que pretenden evitar la presencia de nacionalistas, pasando por las que algunos desocupados nos aventuramos a elucubrar.


Entre las que son plausibles sin reformar la Constitución -que fija entre 300 y 400 los miembros del Congreso y la circunscripción provincial con asignación mínima de dos escaños- la mejor es que propone repartir 50 escaños adicionales en función de los restos de votos que los partidos no traducen en representación y que irían a parar a los candidatos que mas cerca se quedaron del escaño en las diferentes listas de los partidos.


Lo que hay por el momento es un sub-comisión para la reforma electoral que se abrirá la semana que viene con muy diferentes intenciones entre los partidos. Por un lado IU-ICV y UPyD quieren aumentar la proporcionalidad. Por otro, CiU quiere que para las europeas haya circunscripciones autonómicas no una única a nivel estatal como hasta ahora. Por otro aún más distinto está la pretensión del PSOE de que los inmigrantes voten en las municipales. Y finalmente PP y BNG quieren que los gallegos en el exterior voten en urna en los consulados para reducir los chanchullos que realiza el Gobierno central.


Para hablar de todos estos temas y de alguno más -como del sistema electoral de nuestra Comunidad Autónoma, el más despiadado para con las minorías y el más injustificado dado que se inventó unos distritos electorales inexistentes a nivel administrativo- les invito a todos, queridos lectores, a acudir este jueves 2 de octubre al salón de actos del edificio Ronda de Levante de la UMU en Murcia, a las 7 de la tarde, a un coloquio sobre la reforma electoral en el que intervendrá Fernando Jiménez, director del Departamento de Ciencia Política de la UMU y José Antonio Pujante, coordinador regional de Izquierda Unida, y que moderará este servidor de ustedes.


Escrito por: Antonio Pérez Hernández


Resaca Política

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1 comentario:

Villarramblas dijo...

Quiero puntualizar este artículo, que creo que habla demasiado mal de la ley D'Hont y demasiado poco de las circunscripciones. Tomo como referencia los resultados de las elecciones al congreso de marzo 2008

1. ¿Están los partidos nacionalistas sobrerrepresentados? No, por lo general se corresponden bastante bien sus escaños con el porcentaje de votos. A los partidos nacionales pequeños se los comen los partidos mayoritarios.

psoe (43.3% votos y 48.3% escaños)
iu (3.7% votos y 0.57% escaños)
ciu (3.0% votos y 3.1% escaños)

2. ¿Es la ley D'Hont injusta? No demasiado. Lo injusto es la división del país en circunscripciones por provincias. Si toda España fuera una circunscripción con ley D'Hont saldría este resultado (entre paréntesis % votos).

psoe (43.3%): 163
pp (39.0%): 146
iu (3.7%): 13
ciu (3.0%): 11
pnv (1.2%): 4
upyd (1.2%): 4
erc (1.1%): 4
bng (0.8%): 3
cc (0.6%): 2

3. ¿Qué pasaría si se aplicara el método Alemán, propuesto por algunos partidos nuevos (Ciudadanos, Rosa Díez) de añadir 50 escaños más al congreso computados como España circunscripción única? Se daría una leve corrección, pero muy poco significativa. Sólo los siguientes partidos ganarían escaños.
psoe (43.8%): 25
pp (39.5%): 22
iu (3.7%): 2
ciu (2.7%): 1

4. ¿qué pasaría si se hiciera un método proporcional puro, pero manteniendo las provincias? Ejemplo con Alabcete, que tiene 4 escaños, es decir, que cada escaño cuesta un 25% de los votos. Es decir, que los votos de partidos pequeños vuelven a ir a la basura aunque tuvieran suficientes votos a nivel nacional.

psoe (47.5 %): 2
pp (45.5%): 2
iu (3.9%): 0

A raiz de lo cual, y pensando en que los sistemas mayoritarios tienen la virtud de otorgar mayorías estables de gobierno, que no es poco (véase el sindiós de Italia), creo que la verdadera injusticia radica en que el voto de un señor de Soria valga 10 veces más que uno de Madrid, o que teniendo dos partidos el mismo número de votos, uno tenga una representación 5 veces mayor. El resultado de la circunscripción única es respetuosa con los nacionalismos, no discrimina tanto a los partidos nacionales pequeños y sigue otorgando mayorías estables de gobierno sin hacer que valga más un voto según la provincia, por lo que firmaré encantado cualquier reforma electoral en ese sentido.