Cada escaño de CiU ha requerido el voto de unos de 70.000 electores. ¿Se sentirán los ciudadanos que han votado a este partido injustamente agraviados, viendo que el PSOE y el PP no han necesitado más que unos 66.000 votos para obtener cada escaño, o que al PNV los suyos le han salido por sólo 50.000?
Pues imagínese entonces lo que deben estar pensando los votantes del partido de Rosa Díez (UPD), cuyo escaño ha requerido más de 300.000 votos (¡lo mismo que los seis del PNV juntos!). No hablemos ya de Izquierda Unida, que con el voto de casi un millón de ciudadanos ha recibido dos míseros escaños, en vez de los 14 que le corresponderían si se hiciese un reparto equitativo.
Uno se pregunta cómo es posible que tan indignante atropello a la democracia venga repitiéndose elección tras elección sin que nadie mueva un dedo para corregirlo.
A menudo se escuchan quejas sobre la representación desproporcionada que el actual sistema electoral otorga a los partidos nacionalistas. Sin embargo, la asignación de escaños en estas elecciones muestra cómo el PSOE y el PP, con 17 escaños de más, son los mayores beneficiarios de esta aberración ¿De dónde proviene este botín del PP y el PSOE? Pues, en la práctica, de usurpar representatividad a los ciudadanos que votan a otras alternativas de ámbito nacional, como Izquierda Unida o Unión Progreso y Democracia.
Una persona, un voto fue el lema que inspiró la larga lucha por conseguir el sufragio universal. ¿Será posible que a estas alturas de la democracia haya que seguir luchando para que, además, cada voto cuente igual? Al PSOE, al PP y a algunos partidos nacionalistas se les llena la boca de repetir la palabra democracia, pero luego miran para otro lado cada vez que se les recuerda la necesidad de reformar la ley electoral. A la hora de la verdad, ninguno quiere matar a esta gallina de los huevos de oro, que les permite engordar su representación parlamentaria a costa de que millones de ciudadanos reciban menos de lo que les corresponde. En fin, soñar es gratis, así que soñemos que durante esta legislatura se reformará de una vez la ley electoral, y en las próximas elecciones el voto de unos no valdrá 10 veces más que el de otros.
Pues imagínese entonces lo que deben estar pensando los votantes del partido de Rosa Díez (UPD), cuyo escaño ha requerido más de 300.000 votos (¡lo mismo que los seis del PNV juntos!). No hablemos ya de Izquierda Unida, que con el voto de casi un millón de ciudadanos ha recibido dos míseros escaños, en vez de los 14 que le corresponderían si se hiciese un reparto equitativo.
Uno se pregunta cómo es posible que tan indignante atropello a la democracia venga repitiéndose elección tras elección sin que nadie mueva un dedo para corregirlo.
A menudo se escuchan quejas sobre la representación desproporcionada que el actual sistema electoral otorga a los partidos nacionalistas. Sin embargo, la asignación de escaños en estas elecciones muestra cómo el PSOE y el PP, con 17 escaños de más, son los mayores beneficiarios de esta aberración ¿De dónde proviene este botín del PP y el PSOE? Pues, en la práctica, de usurpar representatividad a los ciudadanos que votan a otras alternativas de ámbito nacional, como Izquierda Unida o Unión Progreso y Democracia.
Una persona, un voto fue el lema que inspiró la larga lucha por conseguir el sufragio universal. ¿Será posible que a estas alturas de la democracia haya que seguir luchando para que, además, cada voto cuente igual? Al PSOE, al PP y a algunos partidos nacionalistas se les llena la boca de repetir la palabra democracia, pero luego miran para otro lado cada vez que se les recuerda la necesidad de reformar la ley electoral. A la hora de la verdad, ninguno quiere matar a esta gallina de los huevos de oro, que les permite engordar su representación parlamentaria a costa de que millones de ciudadanos reciban menos de lo que les corresponde. En fin, soñar es gratis, así que soñemos que durante esta legislatura se reformará de una vez la ley electoral, y en las próximas elecciones el voto de unos no valdrá 10 veces más que el de otros.
El País
No hay comentarios:
Publicar un comentario